domingo, 2 de febrero de 2014

Comodoro Rivadavia: Testimonio del Pastor que visita a los presos por delitos sexuales


Jorge Mansilla es co-pastor del Tabernáculo de la Fe y hace más de un año que le lleva la palabra de Dios a los violadores e internos por delitos sexuales del pabellón 5 de la alcaidía Policial. Todos los sábados a la mañana los hace cantar y los aconseja. ¿Cómo es internarse en la cárcel para predicar en nombre del Señor?


Jorge Mansilla es co-pastor en la Iglesia Tabernáculo de la Fe de la avenida 10 de Noviembre y Roca que administra su suegro, Hernán Pérez. Tiene 47 años y está casado con Noemí Pérez, también co-pastora. Es padre de cinco hijos: Nisis, de un año y medio; Josué (7), Zoe (8); Jorgelina (16) y Ariel (17). Realiza visitas y asistencia espiritual en el pabellón 5 de la alcaidía Policial. 

Hace un año, todos los sábados a la mañana Jorge inicia la tarea de llevar la palabra de Dios a 7 internos del pabellón que cumplen condenas por violaciones y otros delitos sexuales.
 
Jorge nació en Comodoro y se crió en La Floresta hasta los 17 años; curso estudios en la Escuela 34. Siempre quiso ser músico, pero su anhelo más grande era ser misionero. Es que viene de una familia cristiana, incluso dos de sus hermanos también son pastores. 
 
Jorge comparte una hora todos los fines de semana con los violadores. Lleva un mensaje de cambio, de transformación.
 
“Entendemos que las personas que están en ese lugar han delinquido, que están cumpliendo condena con la Justicia. Para la sociedad son personas repudiables, como el desecho. Sin embargo, creemos que tienen la oportunidad de recibir el mensaje de salvación”.
 
El enfoque para Jorge radica en el evangelio según San Lucas, capítulo 4, cuando Jesús comenzó su ministerio y dijo: “el espíritu está sobre mí por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres,  me ha enviado a sanar a los quebrantados del corazón, a pregonar libertad a los cautivos, vista a los ciegos y poner en libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor”.
 
UN HOMBRE DE FE

Su día empieza temprano, a las 7:30, cuando hace una lectura bíblica con el grupo discipulado a tiempo completo que vive en el templo. Recibe a las personas que quieren un consejo y también va a sus casas con su guitarra.
 
Tiene un programa en FM Amanecer de martes a viernes al mediodía. Allí enfoca todas las noticias del día con perspectiva bíblica. “Hay cosas atroces que surgen del corazón del hombre. El cambio empieza en el corazón. Hay que conocer su infancia, no para justificar pero sí para entenderlo” dice Jorge, quien se capacita todos los días en un seminario teológico. Entre las cosas que más placer le da se halla la de disfrutar con su familia y salir a correr con sus hijos por el Cordón Forestal.
 
Jorge siente que nadie se acuerda de los presos, pero que son muy valiosos. Y considera que no tan solo los internos de la alcaidía están encerrados, sino que también muchas personas que caminan por la calle “están presas espiritualmente”, sumidas en los vicios o “ataduras emocionales como el miedo y el temor”.
 
Jorge entró por primera vez al pabellón 5 de la alcaidía el año pasado, junto a otros dos pastores. Fue porque un condenado por abuso le pidió a la enfermera de la alcaidía que lo contactara. Cuando le preguntaron, no dudó. Fue al pabellón casi sin pensarlo. 
 
Hoy cuenta que cuando los celadores cerraron la puerta sintió incertidumbre. No sabía cómo iban a reaccionar los presos. Pero lo trataron con mucho respeto. Incluso cuando todos los sábados por la mañana se pone a tocar la guitarra mientras muchos presos duermen, nadie le dice nada. 
 
Cantos y salmos traspasan las rejas. Los siete internos del pabellón 5, los que dentro de los códigos del penal no tienen derecho a nada por ser “violines”, se sienten acompañados por Jorge. Comparten un momento de reflexión. Cantan canciones en las que cada estrofa refleja esperanzas de salvación. Jorge le repartió a cada uno un cancionero y una biblia. Y les insiste para que lean y se aferren a la palabra de Dios. 
 
EL SALMO 
Llega como todos los sábados a la mañana. Antes entraba directamente al pabellón luego de una requisa, pero los mismos encargados de la alcaidía temían por su integridad física. Desde que cambió la jefatura, luego de que todo estallara en un “papelón” por presunta facilitación de estupefacientes a los internos por parte de los celadores, Jorge se reúne con su grupo en el salón de visitas. 
 
Dice llevarse muy bien con la nueva jefatura. Y compara en forma positiva la actualidad con la de hace una década, cuando llevó por primera vez la palabra de Dios a los pabellones. Dice que los detenidos cuentan con otros beneficios que antes eran inexistentes y que sus condiciones son mejores. 
 
El llega al recinto y los reúne. “Ustedes están entre rejas, pero a pesar de ello son libres interiormente”, les reitera por si alguno lo olvidó en la semana. Después toma su guitarra y empiezan a cantar. Cada uno entona su cancionero. “Hay que estar en cuentas con Dios para obtener la salvación; hay que tener muy fuerte la relación con él, ese vínculo” les repite. 
 
El interno que primero pidió por el pastor, en setiembre del año pasado, fue bautizado en el “Tabernáculo de la Fe” en medio de un operativo de seguridad. “La fe es lo que les llevará a permanecer” cree Jorge.      
 
“Los que nos motiva es saber que Dios mandó a Jesucristo a morir por todos” y por eso no hace diferencias con ellos. Jorge no los llama “violadores”. Tampoco les pregunta mucho por los detalles de lo que hicieron. Es un acuerdo tácito. Él sabe que están ahí por algo que no estuvo bien. Pero no ahonda en eso. Percibe el cambio en el grupo y por eso sigue yendo a llevarles la palabra del Señor. Los presos le piden orar por su familia y por la convivencia. Piden que nada les pase en la prisión; es que la relación entre rejas es complicada. 
 
Jorge cumple la función de consejero. “Nuestro aliento es que se aferren a la palabra”. Da vuelta la página, se coloca sus lentes y lee. “San Marcos. Respondiendo Jesús les dijo ‘ten fe en Dios’. Primera de Juan 1.9: ‘si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad’. El versículo 7 dice que la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”.
 
El pastor ayuda a los privados de la libertad a “dejar el pasado y la culpa” y “empezar de nuevo”, pero dice que no es sencillo porque “les cuesta mucho perdonarse a sí mismos”. 
 
No obstante, considera que el lugar de encierro es el único lugar donde quizás estén en condiciones de reflexionar profundamente, algo que considera no hubiera sido posible en libertad. “Es la única oportunidad de entender que se equivocaron” recalca. 
 
Les repite que “siempre hay que decirle la verdad a Dios”. Más allá de que no confiesen ante un juez, un tribunal o ante la familia, les deja en claro que “Dios conoce la realidad interior”. Y les pide que se limpien de conciencia.
 
La cruz que llevan los presidiarios del Pabellón 5 es la que muchas veces le hacen la familia y su entorno, como así también los otros internos. Entonces aparece Jorge para darles tranquilidad; paz interior.


Fuente: Diario El Patagónico

0 comentarios:

Publicar un comentario